miércoles, 23 de enero de 2008

El Metrónomo.

A algunos os ha llamado la atención en clase este curioso artefacto que los músicos usan para mantener el pulso. Interesante, interesante...


El Metrónomo es un aparato para determinar el tiempo. Muchas formas distintas han estado en uso desde que Loulié inventó el primero en 1696. La más común en uso es la de mecanismo a cuerda de Maelzel (1772-1838), que fue algún tiempo amigo de Beethoven, quien se interesó mucho por este invento. (Sin embargo, parece que la idea del aparato o el principio en que se basa pertenecían a un tal Winkel.) Es el instrumento común, de forma piramidal, con una varita oscilante en su parte frontal, y a veces con una campanilla que puede hacerse sonar cada dos, tres o cuatro tiempos.

Del uso de este metrónomo proviene la costumbre de usar las letras “M.M.”: p. ej., M.M. = negra 100, que quiere decir Metrónomo de Maelzel ajustado a razón de cien tiempos en un minuto y cada uno representando una negra.
Hacia 1945 se construyó en Suiza un metrónomo de bolsillo en forma de reloj. El metrónomo fue
concebido para sincronizar los ritmos irregulares (tres por cinco y similares), ritmos que pueden
encontrarse en buena parte de la música contemporánea.
Las indicaciones metronómicas, aun las que son originales del compositor y no simplemente agregadas por un revisor, no deben interpretarse como leyes rígidas. Brahms, en una carta a Henschel, decía: “Sé por mi experiencia que todo compositor que ha puesto indicaciones metronómicas en sus obras las ha retirado tarde o temprano.” Algunas de las indicaciones de Schumann son tan excesivamente rápidas que hacen casi imposible la ejecución, y sugieren la idea de que su propio metrónomo no funcionaba bien.

Practicar con un metrónomo es innecesario y dañoso, salvo que se haga con un propósito especial. Normalmente el instrumento sólo deberá usarse para verificar la velocidad en que debe tocarse una determinada composición. Fuera de esto, nuestro propio metrónomo mental deberá bastar.
Puede usarse como metrónomo, con resultado satisfactorio, un reloj cuya velocidad de tictac se conozca (generalmente es de 5 por segundo). William Turner (El sonido anatomizado, 1724) dice que en lo que ahora llamamos alla breve las negras «se cuentan con la misma velocidad de la marcha regular de un reloj de bolsillo», lo cual indicaría que todos los relojes de bolsillo marcaban el tictac con igual regularidad en ese tiempo (cosa que no ocurre ahora), y que todas las negras tenían el mismo valor (ahora tampoco es así).

En 1756 Bremner, en sus Rudimentos de música, se dedica a propagar un método por el cual “el tiempo en todas las iglesias puede ser igual”. Dice que un péndulo de 8 pies y 8 pulgadas de largo marca correctamente por su doble oscilación la longitud de la semibreve, y agrega que se llegó a adoptar esta longitud por experimentación “en una reunión de la Sociedad musical y la de Maestros de música en Edimburgo”. Sugiere que el tal péndulo debería ser “colgado en el extremo de todas las escuelas donde se enseñara música de iglesia”. Tales eran los procedimientos usados antes de que Maelzel dotara al mundo de un aparato tan conveniente.
Al aplicar el uso del metrónomo a nuestras propias composiciones (o al probar si nuestra velocidad en otras composiciones es más o menos correcta), el método más cómodo consiste en tocar normalmente durante 15 segundos (un cuarto de minuto), contar el número de tiempos y multiplicarlo por cuatro para poder expresarlo en los tiempos corrientes.

El metrónomo ha sido utilizado como instrumento musical por el músico brasileño Villalobos, el cual en una de sus obras usa tres metrónomos que baten el tiempo a distintas velocidades.

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